La
Geometría es el andamiaje de la imaginación. El Arte y la Ciencia se
complementan geométricamente. Podríamos decir así que ninguna expresión
artística carece de ciencia ni ninguna ciencia carece de arte, de ahí que todo
conocimiento proviene del íntimo sentimiento creador, no teniendo otra meta la
creación, que inicialmente es percepción, que darle adecuada forma a la
imaginación que surge como efecto de los impulsos
internos.
Existe también, por poco que lo analicemos, un
sentimiento de belleza matemática que tiende a la armonía de las formas y de los
números, una elegancia geométrica -podríamos decir dévica- que puede ser
descubierta por doquier, llegando finalmente a la conclusión de que una ecuación
matemática para ser perfecta ha de tener forzosamente belleza.
La Ciencia de los Números es la Ciencia de la Forma
y no podemos hablar de Geometría Esotérica sin referirnos a la armonía existente
entre ambas Ciencias.
Con respecto a esa Geometría oculta habrá que
tenerse en cuenta también que todos los cuerpos en el espacio se comportan de
acuerdo con la posición que ocupan en el mismo con respecto a
otros.
Sus coincidencias y sus conjunciones, es decir, las
figuras geométricas que constituyen en su mutua interdependencia tienen un
significado básico, podríamos inclu o denominarlo kármico, al ser observadas
desde determinados ángulos de visión o perspectiva. La contemplación del
Universo desde nuestro particular campo de percepciones tiene una importancia
considerable desde el punto de vista esotérico y la mecánica misma de los
astros, es decir, sus movimientos apreciables de rotación y traslación,
motivarán en el espacio aquellas condiciones íntimas que producen nuestros
particulares estados de conciencia.
Creemos que por vez primera, quizás, en los estudios
esotéricos, se intenta enlazar la idea del karma solar, planetario y humano con
la posición geométrica de los astros en el firmamento. En nuestro caso
particular, consideramos al planeta Tierra como centro de nuestras percepciones
y al Universo entero como un inmenso campo de perspectiva.
Yendo al fondo mismo de esta cuestión podríamos
decir que la posición que ocupe un cuerpo en el espacio en relación con otros
repercute en su propia estructura molecular. Posiciones similares en el orden
estrictamente geométrico engendrarán así parecidas estructuras atómicas y la
forma de un elemento químico cualquiera variará sensiblemente según sea la
posición que ocupe dentro de su conjunto molecular y sus líneas geométricas de
relación con otros grupos de elementos químicos.
Hay pues una vinculación en el orden geométrico de
acuerdo con determinadas posiciones adoptadas en el espacio por los cuerpos
celestes o por los simples elementos químicos, siguiendo la absoluta ley de
afinidades, cósmicas, universales, planetarias, humanas y moleculares. Es
posible organizar así la vida manifestada, con todo cuanto ello presupone, de
acuerdo con conceptos estructurales y disposiciones posicionales y geométricas.
De ahí nace precisamente la idea de “las redes espaciales”, una verdadera
creación angélica, las cuales al parecer y en orden a la filosofía de la forma o
de la geometría esotérica, cubren el entero Universo y según sus combinaciones
estructurales, vistas siempre desde el ángulo de la propia perspectiva,
determinan ciertos definidos aspectos psicológicos en relación con los centros
de visión o de observación.
Habrá que ir pensando también, de acuerdo con tales
conclusiones, que el establecimiento de jerarquías espirituales en el orden
psicológico vendrá determinado también por la posición geométrica de unas almas
con respecto a otras,
o por el lugar que ocupen dentro de alguna definida
FORMA geométrica adoptada en tiempo y espacio por Aquellas
supremas
Entidades psicológicas que denominamos
esotéricamente Logos cósmicos, Logos solares y Logos planetarios, los Cuales,
sin embargo, vienen particularmente condicionados también por el lugar que
ocupen en el Espacio absoluto en relación con Sistemas estelares de todavía más
elevada trascendencia.
Podríamos hablar asimismo, tal como era la
concepción de los grandes Iniciados Druidas, de una geometría de los órganos
dentro del cuerpo físico de los seres humanos y de la misión kármica de cada
grupo de células o moléculas en
relación con el lugar geométrico que ocupen dentro
de la totalidad del organismo.
Siguiendo rigurosamente el supremo dictado del
principio hermético de analogía no nos será difícil hablar de relaciones
kármicas entre órganos y planetas, entre sistemas moleculares y grupos de
Universos y admitir aún, dentro de este
cuadro de relaciones, que cualquier elemento
químico, por pequeño que sea, está en magnética relación con algún cuerpo
celeste, siendo un punto geométrico a través del cual una función psicológica,
de la naturaleza que sea, tendrá oportunidad de expresarse.
Así, pues, la clave de la expresión universal se
halla en la geometría del espacio, es decir, en la forma geométrica de un cuerpo
y en el lugar geométrico que circunstancialmente pueda ocupar en el espacio con
respecto a la compleja
estructura geométrica dentro de la cual su cuerpo
con su particularizada forma se halla incluido. Y podríamos deducir, además,
dentro de un inacabable cuadro de analogías, que el destino de cualquier ser,
sea cual sea la naturaleza de su especie o su jerarquía espiritual, viene
inexorablemente condicionado por la forma de su cuerpo físico y por la posición
geométrica que adopte dentro de la estructura social de la cual forma
parte.
Esto puede significar también -si nuestras
suposiciones son ciertas- que el Karma como Ley de la Naturaleza es un resultado
de la FORMA que adopten y de la POSICIÓN que ocupen, geométricamente hablando,
la pluralidad infinita de vidas y de conciencias sujetas al devenir incesante de
la evolución. La misma ley y el mismo orden rigen el comportamiento psicológico
del ser humano, habida cuenta de que éste, sea cual sea su posición social y
evolución interna, ocupa un lugar geométrico definido en el seno de la sociedad
humana o contexto social del cual forma parte, siendo precisamente este LUGAR el
que le condiciona kármicamente y le obliga a adoptar frente a la vida y a las
circunstancias, un comportamiento psicológico definido con una serie de
reacciones muy singulares y particularizadas frente al ambiente familiar, social
y comunal dentro del cual vive inmerso.
Así, de la misma manera que existe una geometría del
espacio hay que admitir muy lógicamente también que hay una geometría esotérica
que rige el comportamiento humano en todas sus fases de desarrollo durante el
proceso de la evolución psicológica.
“Los Ángeles en la vida social humana” Beltran
Anglada
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